
Durante la cena le conté una anécdota a Hilario: y es que ya le había visto en una conferencia en la facultad. Al entrar en la sala naranja, salió un puntu y le saludé. Y él me contestó. Me sonaba su cara un montón, pero no le tenía ubicado. Pensaba que era de Oviedo, incluso vecino mío de La Argañosa, y así se lo hice saber a mis compas que venían conmigo. Jeje. El descojone vino después, cuando vimos a los integrantes de la mesa: ¡mi vecino era el mismísimo Hilario!
Bueno, gentecilla. Aunque no estáis todos en esta semeya, se me va a hacer raro no vernos cada viernes y sábado. Tendremos que instaurar un nuevo café-pincho de tortilla. Ainss! Un placer.

"Buenas noches, noches, a todos, todos"