Hoy es Nochebuena, aunque se podría decir que desde el sábado es Navidad. A pesar de que El Corte Inglés diga otra cosa, para prácticamente todo el país la Navidad comienza con el sorteo del Gordo. Este año anduvo cerca, pero no hubo suerte, aunque igual llevo algo en la pedrea, que todavía no lo miré.
Hoy es el día del otro gordo, el que se viste de rojo (¿estará ya en campaña preelectoral?) e intenta usurpar el sitio que les corresponde a los tres Reyes Magos de Oriente, que son tres y de tradición en estos lares.
Hoy es uno en estos días de "sentimiento navideño". Sí, ese sentimiento de papeles arrugados, de besos y abrazos ante los regalos que rellenan los huecos del corazón a falta de cariño, de amor. De verdadero sentimiento navideño, vamos.
Hoy es uno de esos días de fracasos, de valoraciones calculadas (esto no es lo que me esperaba; pero ¿cuánto valdrá esto?, si mi regalo me costó un ojo de la cara, ¡si lo llego a saber...!) que se repetirán dos semanas después.
Hoy es uno de esos días de ausencias, de alegrías y tristezas, de decepciones, de sorpresas... Hoy es un día de contrastes contrastados, de soledades y vacíos, de burbujas y villancicos (¿hay alguien que los cante?).
¡Qué feliz día cuando eras cría!
lunes, 24 de diciembre de 2007
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4 comentarios:
A mí la Navidad me da fiebre, pero de la de verdad, oiga. Me pone de mala leche y no quiero ser aguafiestas, pero todo me parece mal: soy incapaz de alegrarme por este consumismo obligado de gente que se da codazos en el Centro Comercial.
Pero razón tiene, mire usted: cuando era pequeña, ponían todos los regalos encima de la cama de mis abuelos, y me faltaba tiempo para que llegara la madrugada. Hoy, mis padres intentan emular ese pasado que brilla con la estrella de la niñez, y me regalaron "La catedral del mar". Joder, no sabía si reír o llorar: por lo menos saben que me gusta leer, ja, ja... Otra cosa es que sepan el qué... Aún así, es inevitable quererlos.
Pues yo ni te cuento el asco que me da oir a la gente con la puta lista de reyes...
Es una especie de querer y no poder, de aparentar... me da una vergüenza ajena, una rabia...
Y encima el regalar por regalar, sin saber por qué ni el qué, que casi ofenden más que otra cosa.
Pues sí que está bueno el patio, oiga... A mí que me regalen cheques en blanco, que soy más pobre que las ratas, jeje...
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