Y tener alas y volar tan alto como me permitieran. Tan sólo notar el aire frío en la cara, y la libertad, y la inmensidad.
Poder recorrer de un solo plumazo parajes y leyendas, paisanajes y vivencias. Y escapar de los orcos con dedos largos y purulentos.
Sentir la grandeza de vivir, de sentir. Crecer. Experimentar.
miércoles, 9 de enero de 2008
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