En la plaza Conde Casares en el pueblo de Malleza, concejo de Salas, se encuentra la iglesia de San Juan. Tiene una curiosa cúpula redonda de color verde. Resulta que está revestida de baldosines de piscina de ese color.
Delante de la iglesia hay un viejo árbol que hoy es poco más que un tocho. Apoyada en ella descansa una antigua bicicleta furruñosa. Cuentan que su dueño emigró a Cuba y dejó al cuidado de la bici a un guaje.
El guaje desapareció y del cubano no se supo más. La que permanece es la bicicleta, testigo oxidado del paso del tiempo.
Resulta que es tan sagrada para los vecinos de Malleza como la propia iglesia: no se toca ni en las fiestas del pueblo, por San Juan. Ese día el trasgu hace de las suyas, pero la bici, ni tocarla. Aunque para evitar tentaciones, la ponen a buen recaudo hasta que pasa la fiesta.
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2 comentarios:
coño tía, que bonito esto de la bici. como van las cosas? despacito y con buena letra, por si acaso y a los mediocres, ni agua...
eva v.
Muchas gracias.
Con tranquilidad me lo tomo, esperando a ver cómo avanzan las cosas. En ésas estoy...
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