martes, 13 de mayo de 2008
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Busco fotos que nunca tengo a mano. Más que nada porque soy fiel al papel, el escáner no va y aún no me traje todas mis cosas conmigo. No puedo vaciar mi reducto azul: sería no estar.
Vivo en una especie de tobogán interminable y desafiante a la gravedad: tan pronto sube como baja. Junto a mi, agarrándome fuerte de las manos, viajan mis sentimientos. Se chocan entre ellos a cada meneo de las curvas toboganiles.
Mis recuerdos nos pisan los talones. Se atropellan entre ellos y de vez en cuando me pegan una patada en el culo. Pero yo sigo yendo por delante. A veces pienso quedarme parada y dejar que se choquen contra mi. Pero la inercia me impide parar y sigo deslizándome con mis sentimientos de las manos.
Me pregunto si el tobogán tendrá fin y qué pasará en ese caso, cuando caigamos de culo en la arena mis sentimientos encontrados, mis recuerdos revueltos y mi persona.
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2 comentarios:
Joer, ésta es la segunda vez que intento escribir un comentario aquí... ¿Será la vencida?
Ya no me acuerdo ni de lo que te quería decir, jeje...
Era algo sobre montañas rusas y toboganes: atracciones infinitas de vida. Cuando aterrizas de culo en la arena, pues nada, compras otro boleto y a volver a empezar, que para disfrutar, también hay que comer bocatas de mierda (y perdón por la expresión soez, jeje...).
Tu reducto azul... Aquel en el que casi perezco dos veces: una por congelación y otra por asfixia (¿tú recuerdas con cuánta ropa me metí en la cama, tirita que tirita?), pero qué lindas aquellas noches... (¡Y no hay rollo bollo, señores! Jeje...).
Por supuesto que me acuerdo. Mis padres debieron quedar flipando cuando nos vieron juntas en la cama de 90 con todo el armario ropero encima...
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